jueves, 25 de agosto de 2011

INSTRUCTIVO PARA BIEN MORIR


Instrucciones para saber que hacer después de morir.

Estoy muerto, ¿qué debo hacer?


«Noble hijo, con el cuerpo de que dispones actualmente, encontrarás a tus parientes y amigos como en un sueño. Mas les dirigirás la palabra y nada te responderán. Verás a tus parientes y amigos llorar, y pensarás: "Estoy muerto, ¿qué debo hacer?"

Sufrirás como un pez asado en la arena ardiente. Lamentarte de esta suerte no servirá de nada. Si tienes un lama, implórale o vuélvete hacia tu Yi-dam divino o hacia el Señor de Compasión (Avalokitesvara). Es inútil que quieras dirigirte a tus parientes. Renuncia a ello. Pero si te diriges a Avalokitesvara, el Señor de compasión, te ahorrarás sufrimiento y espanto.

»Noble hijo, cuando te arrastra el viento cambiante de tu karma, sin ninguna libertad, tu espíritu sin soporte es semejante a una pluma que lleva el viento. Te tambaleas y vacilas. Dirás a los que derraman lágrimas: "Estoy aquí, no lloréis." Pero como no te oyen, pensarás: "Estoy muerto." ¡Y serás desdichado! No te sientas desdichado por eso. Día y noche brillará una luz gris otoñal. Ese estado intermedio durará tres, cuatro, cinco, seis o siete semanas, hasta cuarenta y nueve días. Por lo general, los sufrimientos del estado intermedio del devenir duran veintiún días. Pero todo depende de la influencia del karma.

»Noble hijo, en ese momento, ¡la tempestad de tu karma se volverá tan furiosa y amenazante! ¡Su ira se hará intolerable y te asirá por detrás! No tengas miedo. No son más que tus propias ilusiones. Una terrible oscuridad, profunda e intolerable, te precede con gritos espantosos de "¡Golpéale!, ¡mátale!" No tengas miedo. Demonios comedores de carne aparecerán a los que están cegados, blandiendo armas y lanzando gritos de guerra: "¡Golpea-golpea, mata-mata! » y creerás que animales feroces y nubes de guerreros te persiguen en una tormenta de nieve y de lluvia. Cegado, huirás. El estruendo de los golpes vendrá a sumarse al aullido de la tormenta como si se derrumbaran las montañas, se desbordasen los mares y chisporrotease el fuego. Tu camino se verá interrumpido por tres precipicios: blanco, rojo y negro. Te tragarán y te despedazarán.

»Noble hijo, no son grietas del terreno, son en realidad las tres pasiones malas: la aversión, la atracción y la ceguera. Ahora reconoce que estás en el estado intermedio del devenir y llama por su nombre al Gran Compasivo: "Oh Señor de Compasión, mi Lama, y vosotros los Tres Raros y Sublimes, no me dejéis a mí, que me llamo ***, caer en uno de los tres estados desdichados de existencia." Reza con insistencia y no olvides esto. Los que han adquirido la sabiduría y el mérito consagrándose al bien y al Dharma serán recibidos por toda clase de placeres perfectos. Los que no hayan hecho ni bien ni mal, pero que hayan vivido en la indiferencia y en la ignorancia, no sentirán ni dicha, ni sufrimiento, sino que estarán rodeados de indiferencia y de ignorancia.

»Noble hijo, cualquiera que sea la felicidad o el placer que se te aparezcan, no te dejes atraer. Conságralos al Lama y a los Tres Raros y Sublimes. Si no te ocurren ni dichas ni sufrimientos, sino que todo es indiferentemente neutro, deja que tu espíritu permanezca en el Gran Símbolo Mahamudra, más allá de la distracción y de la meditación. Es capital.

»Noble hijo, en ese momento te detendrás junto a los puentes, a los templos, a los conventos, a las cabañas y a las chozas. Pero no podrás permanecer mucho en ellos porque tu espíritu, al no tener ya cuerpo, no puede estabilizarse en ninguna parte. Te sientes atormentado, amargado y acosado. Tiritas. Tu espíritu está disperso, vacilante y difuso. No tendrás más que un solo pensamiento: "Estoy muerto, ¿qué puedo hacer?" Con ese pensamiento, tu corazón se vuelve vacío y frío. Estás lleno de una tristeza interna infinita. No te apegues a un lugar, puesto que debes errar. No emprendas nada, deja que tu espíritu permanezca en su estado natural. He aquí el momento en el que no tendrás para comer más que lo que te consagren por sacrificio y en el que no podrás contar con tus amigos. Son los signos de que tienes que errar en el estado intermedio del devenir. La dicha y los tormentos dependerán de tu karma. Al pasear por tu propio país, al ver a tus vecinos, e incluso tu cadáver, pensarás dolorosamente: "¡Así pues, estoy muerto!" Tu cuerpo mental pierde entonces su seguridad, y te dices a ti mismo: "¡Oh! ¡Qué no daría yo por tener un cuerpo cualquiera! ", y te pondrás a buscar un cuerpo por todas partes. Aunque intentarás entrar nueve veces en tu cadáver, éste estará helado si es invierno, o descompuesto si es verano, o bien tu familia lo habrá quemado o enterrado, o bien las aves y las rapaces lo habrán despedazado, de forma que no encontrarás nada para reintegrarte porque ha transcurrido mucho tiempo desde que vagas por el bardo de la Verdad en Sí. He aquí por qué eres tan desgraciado y por qué quieres abismarte en las grietas y en las rocas. Es el sufrimiento del estado intermedio del devenir.

Mientras andes a la búsqueda de un cuerpo, no conocerás más que el sufrimiento. No hagas nada pues, y en lugar de aspirar a encontrar un cuerpo, permanece sin distraerte en el no-actuar .»