viernes, 21 de julio de 2023

El tic tac del reloj…

 No creáis nunca,

Lo que dicen por ahí,Cualquiera puede escribir y decir lo que piensa, sin pensarUna ocurrencia, un rumor,Un tostón filosofal, una línea sacada de contexto
Es un buen pretextoPara poder lanzar,Tu arma arrojadiza,Contra el resto de la humanidad,Por tu forma de andar,Te reconocerán, al final el problema serás tú
Y el tictac del reloj,Marca tus horas, cuenta hacia atrás,Cuanto crees que te quedará.
Podrás escribir,a renglón seguido,un indulto, otro insultoO lo que creas más injusto.
Puedes utilizar una creencia popular,Un refrán o una mentira aprendida
Y el tictac del reloj,Marca tus horas, cuenta hacia atrás,Cuanto crees que te quedará.
Que tal escuchar,Otras voces, algo que no conocesQue te pueda apasionar,Que te pueda sorprender,Como la primera vez,Por ultima vez…
Puedes utilizar una creencia popular,Un refrán o una mentira aprendida
Y el tictac del reloj,Marca tus horas, cuenta hacia atrás,Cuanto crees que te quedara.Marca tus horas, cuenta hacia atrás,Cuanto crees que te quedara.

domingo, 15 de enero de 2023

Aún estoy aquí

 Entre mas me aleo de la vida, es decir entre menos tiempo en este plano…mas me acerco… es mi SINO, siempre lo ha sido…Gracias muñequita…

lunes, 25 de enero de 2021

El pequeño conejo blanco.

 

El pequeño conejo blanco

Para Miguel y Diego
Y el Kaisser.

por Xosé Ballesteros
Ilustraciones, Óscar Villán

Érase una vez un pequeño conejo blanco.
Un día fue a buscar coles a la huerta para hacer un caldo. Cuando el pequeño conejo volvió a su casa, se encontró con la puerta cerrada y llamó.
-¿Quién es? -preguntó un vozarrón desde dentro.
-Soy yo, el conejito blanco, que vengo de buscar coles y voy a hacer un caldo.
-Pues yo soy la cabra cabresa y, si no te vas, saltaré encima de tu cabeza.
El pequeño conejo blanco escapó de allí, corriendo muy deprisa.

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Andando andando, el pequeño conejo blanco se encontró con un buey y le pidió ayuda.
-Yo soy el conejito blanco y fui a buscar coles a la huerta. Volví a mi casa para hacer un caldo, pero en ella está la cabra cabruna y, si me salta encima, me despanzurra. ¿Quieres venir conmigo?
- Yo no, yo no voy porque tengo miedo -dijo el buey mientras se iba.


El pequeño conejo blanco siguió andando y se encontró con un perro.
-Yo soy el conejito blanco y fui a buscar coles a la huerta. Volví a mi casa para hacer un caldo, pero en ella está la cabra cabreja que, si me salta encima, me desmadeja. ¿Quieres venir conmigo?
-Yo no, yo no voy porque tengo miedo -dijo el perro mientras se iba.

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El pequeño conejo blanco siguió andando andando, y se encontró con un gallo.
-Yo soy el conejito blanco y fui a buscar coles a la huerta. Volví a mi casa para hacer un caldo, pero en ella está la cabra cabrilla que, si me salta encima, me estampilla. ¿Quieres venir conmigo?
-Yo no, yo no voy porque tengo miedo -dijo el gallo mientras se iba.

El pequeño conejo continuó andando, cada vez más triste, ya sin esperanza de poder volver a su casa.
Pero se encontró con una hormiga, que le preguntó:
-¿Qué te ocurre, conejito blanco?
-Que fui a buscar coles a la huerta y volví a mi casa para hacer un caldo, pero en ella está la cabra cabruja que, si me salta encima, me apretuja.
-Pues voy contigo -dijo la hormiga-. Yo no le tengo miedo a una cabra caprina.
Y los dos se encaminaron hacia la casa del conejito.
Y llamaron a la puerta.
-Aquí no entra nadie -dijo un vozarrón desde dentro-. Yo soy la cabra cabresa y, si no os vais rápido, os saltaré encima de la cabeza.
Pero la hormiga le contestó:
-Pues yo soy la hormiga rabiga y, como no abras, te picaré en la barriga.
A la cabra cabrisa le dio un ataque de risa.
Así que la hormiga rabiga entró por el agujero de la cerradura, se acercó a la cabra y ¡zas! la picó con fuerza en la barriga.
La cabra escapó como un cohete, diciendo:
-Yo soy la cabra cabresa y a esta casa no vuelvo porque... porque no me interesa.
La hormiga rabiga le abrió la puerta al pequeño conejo blanco. Con las coles prepararon un sabroso caldo y se lo comieron.
Y a mí no me dieron porque no quisieron.

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Y colorín colorado...este cuento no ha empezado. 

martes, 26 de noviembre de 2019

No compres en Aliexpress

No compres en Aliexpress es la cueva de Alibaba y sus cuarenta ladrones.

Amanecía el año 2019.
Una gran cena para festejar el nuevo año quiénes por fortuna tuvimos la suerte de llegar.
Las campanadas, las uvas, los abrazos,los buenos sentimientos, la bondad a flor de piel......
Para mí independiente a todos los favores del creador, iniciaba un deseo acumulado desde el pasado año, pasado, pisado, perdido en el eter del ayer.
De hecho este fué el deseo con menos valor pues a final de cuentas es un valor material........
Pues bien me puse la meta de comprarme un buen celular para mí cumpleaños número 54 que fue el 6 de Octubre......
Me di a la tarea de ahorrar en una cajita de madera 25 pesos diarios......
Y así han ido los días llenos de felicidad, porque hasta el momento se han ido cumpliendo los buenos propósitos y los buenos deseos han dado frutos entre la familia y los amigos que hemos tenido buen año.
Pero nunca falta la piedrita en el arroz.......
Y así les escribo mi frustración.
Aproximadamente un mes antes de mi cumpleaños 54 me dedique a buscar el celular de mis sueños......
Y lo encontré!!!!
Un Huawei Nova 5 con cuatro cámaras 128 gigabites de almacenamiento 8 gigabites de memoria ram, pantalla Oled..... entre otros muchos atributos
Ese era el teléfono de mis sueños.
No dude y lo agregué a mi cesta de pedido. Enseguida lo pague con mi tarjeta de crédito 356 dolares. Un poco después del pago recibí un mensaje del vendedor Shenzhei JTWX store.
En el cual me pidió que pagara 42 dólares más por el envío por DHL porque el envío normal era muy tardado y sobre todo no era seguro. Yo no entendí pero ahora se que el ya estaba preparando el camino de la estafa. 
Yo contesté que no podía pagar más que era todo mi presupuesto.
El dijo que estaba bien que lo enviaría por el correo convencional.
Así paso el tiempo y mi teléfono no llegaba, la verdad yo estaba impaciente y con enormes deseos de tener ese gran celular en mis manos. Ya me imaginaba tomando exelentes fotografías, tomando videos, mirando mis películas favoritas, escuchando música.........
En fin que cosa no podría yo hacer con semejante teléfono......
Paso mi cumpleaños y no llegaba el teléfono.
Le escribí al vendedor que si el sabía algo o porqué no llegaba mi paquete.
No contestó.
El día 30 de octubre por fin llegó el paquete. Yo muy feliz lo abrí con muchas ansias y alegrías guardadas.
Oh! Desilución tan grande, en el paquete venía un aditamento para colocar un celular.
Ya imaginarás mi rabia, coraje, irá, desilución.......
Enseguida abrí la aplicación de Aliexpress y abrí una disputa, pues es lo que corresponde a esa situación.
Subí fotografías de maldito paquete y del aditamento usado que llegó.
Alegando tal situación lleno de rabia.....el vendedor con toda tranquilidad dijo que el no reembolsaría nada.
Más rabia y más coraje, de hecho enfermé, tuve derrame en un ojo y tuve que tomar medicamentos para el estrés......
Pasaron los días de la disputa y mediante muchas pruebas que me pidieron, el día 9 de Noviembre el jurado determinó que procedía el reembolso de 356 dólares. Yo me tranquilice y esperé al día 11 de Noviembre en que se debía cerrar la disputa.
El vendedor señor mañoso ya sabía sus pasos. Dijo que iba a subir unas pruebas.
El jurado de Aliexpress pasando de lado las reglas propias, espero hasta el día siguiente que de hecho en México ya era 13 de Noviembre. El vendedor subió una papeleta en idioma chino que solo dios sabe que dice.
Luego el jurado cambio el veredicto a cero dólares.
La disputa continúo pues obvio yo rechacé dicho veredicto.
Hasta el día de hoy no se ha cerrado pero nadie contesta ni hace nada. Tal vez para Aliexpress la disputa ha concluido, no se. Pero yo voy a seguir peleando.


domingo, 3 de febrero de 2019

Besos de sapo.

BESOS DE SAPO.
Un cuento de Triunfo Arciniegas.
El sapo tenía una venta de besos en la plaza de mercado del Señor de los Milagros, y era una venta exitosa, por cierto. Venían a ver al sapo desde tierras lejanas y recibían el paquete de besos luego de contar las historias más terribles. A muchos se les vio corriendo, felices, con los besos en una caja de caramelos o en una botella de Coca-Cola. 
       Muy temprano llegó un hombre con cara de necesidad. Traía los zapatos rotos y el corazón remendado. Y en sus manos, un sombrero más retorcido que un alambre. 
         -¿Para qué necesitas mis besos? -dijo el sapo. 
         -Quiero que María Inés me quiera -respondió el hombre. 
         -¿Por qué? 
         -No quiero vivir sin María Inés. 
       -Dame treinta rosas amarillas y un tarrito de mermelada de albaricoque. 
       El pobre hombre buscó las rosas y la mermelada con tanta devoción, con tanto fervor, que la noticia voló a los oídos de María Inés, y cuando regresó de afán a su país, María Inés lo esperaba con los brazos abiertos, muerta de curiosidad por los besos de sapo. 
Una muchacha pálida, que había olvidado quién era de tanto mirar la luna, llegó tambaleándose a la plaza de mercado del Señor de los Milagros, y el sapo le entregó sin preguntas media docena de besos atados con una cinta roja. La muchacha se los comió uno a uno y recordó que venía del mar, que respondía al nombre de Juana Peralta y le había dado el corazón a un tal Nicasio Almirante. Luego recordó quién era el tal Nicasio y se fue corriendo. 
         El sapo era de una eficacia asombrosa. Sus besos servían hasta para curar el dolor de estómago. Una vez una señora acudió con lágrimas a la famosa plaza de mercado del Señor de los Milagros porque se habían robado su vaca de pintas negras. 
         -Deja de llorar, Lola ya está en el patio de tu casa –dijo el sapo. 
         -¿Y vas a darme besos? 
         -Te doy uno para Lola, aunque no lo necesita. 
         -¿Sólo uno? 
       -Le das tréboles frescos machacados con azúcar morena y agüita de yerbabuena porque volvió muy asustada. La ordeñas, haces un queso y me lo traes. 
A la semana siguiente la señora volvió con el queso y la vaca. 
-Eres el héroe de la familia -dijo. 
Lola cubrió al sapo con besos de novia agradecida. 
-No más, no más, que me haces colorear -suplicó el sapo. 
Había escapado viva de milagro. A punto de sacrificarla, los ladrones se quedaron dormidos de un momento a otro, con la taza del chocolate entre los dedos. Lola reventó la cuerda del cautiverio y caminó bajo la luna llena hasta encontrar el patio de su casa. 
El sapo había alcanzado la felicidad. Venían a verlo de todas partes del mundo para saber la historia de la vaca y él contaba cada vez una versión distinta. O la historia de los besos. Dijo, por ejemplo, que se le ocurrió la idea del negocio después de leer Historia universal del beso, una antigua edición de tres tomos empastados en cuero y con ilustraciones a todo color, que descubrió en el mercado de las pulgas. Otra vez dijo que un hombre muy viejo le había ofrecido tres deseos a la orilla de un pozo. Este era el primero: cumplir los deseos ajenos. Había estado tan entretenido que aún no solicitaba los otros dos. 
La fama de sus historias casi igualaba el prestigio de los besos. A nadie le sorprendería que se hiciera escritor y sus libros se vendieran como pan caliente, con la sonrisa de oreja a oreja en la foto de la solapa. 
        Le gustaba ser sapo. Se veía al espejo y reconocía que el poeta Whitman tenía razón: el sapo es la obra maestra de Dios. “Soy como soy y me gusta como soy”, decía cada mañana. La gente lo adoraba. 
         Todo estuvo de maravilla hasta que el sapo se enamoró. Como todos los sapos, se enamoró de la más bella, una que no quería nada, que no parecía de este mundo, una que pasó por ahí y ni siquiera lo miró. 
         El sapo cerró el negocio y corrió detrás de la hermosa. 
         -¿Qué quieres? 
         -Quiero verte –dijo el sapo. 
         -No estoy en exhibición –dijo la mujer. 
        -Quiero vivir contigo –dijo el sapo, todo débil-. Quiero chapotear en el pozo de tu corazón. Quiero bañarme en la fuente de tus cabellos. Te daré todos los besos que quieras. 
         -Si con esos sueños te despertaste, querido, vuélvete a dormir. 
         -Me llamaste querido –dijo el sapo, y de regocijo casi revienta. 
         -¿Tú eres el presumido que vende besos? 
         -Lo veo y no lo creo, princesa. Habías oído de mí. ¿Acaso me buscabas? 
         -Nunca había oído hablar de ti. ¿A cómo vendes los besos? 
         -Por docenas hago descuentos –dijo el sapo, todo coqueto. 
         -No quiero tus besos. 
       -Quiero los tuyos –dijo el sapo, y estiró la lengua para atrapar una mariposa que le llenó la barriga de colores. 
         -Descarado. Así no se le habla a una princesa. 
         -Perdona este alboroto, princesa. Tengo el corazón como potro desbocado. 
         -¿Qué harías por mí? 
         -Lo haría todo por ti –dijo el sapo. 
         -Tengo sed. Tráeme un viento raspado. 
         El sapo trajo el vaso de viento raspado más dulce, más colorido, más suave de toda la plaza de mercado. 
         -Vas bien. Tráeme una cometa. 
         El sapo no sólo trajo la cometa sino que volvió volando. 
         -Te ves bien en el aire. Tráeme una rosa de azúcar. 
         Nadie sabía de las rosas de azúcar, pero el sapo regresó con una. 
         -Te mereces un beso. 
         -Nunca he querido tanto algo en mi vida –dijo el sapo y cerró los ojos. 
        Se sintió llenó de estrellas, se sintió untado de chocolate, se sintió perdido en una infinita sala de conciertos donde se oía toda clase de música. 
         Al abrir los ojos era completa y absolutamente feliz. 
         -Estoy a punto de pedir mis otros dos deseos, pero me aguanto –dijo... 
         -¿De qué hablas? Déjate de secretos. 
         -Tengo dos deseos pendientes –explicó el sapo. 
         -Sólo tienes que pedirlos. 
         -Los reservo para la luna de miel –confesó el sapo. 
         -En ese caso, casémonos cuanto antes. 
         -¿No se vería raro? Eres toda una princesa. 
         -Casos peores se han visto.. 
         -No soy un príncipe, soy un sapo. 
         -Se nota de lejos. 
         -¿Y de cerca? 
         -No cabe la menor duda –bromeó la princesa-. No seas tonto, sabía que eras un sapo cuando te busqué. Abandoné un reino por conocerte. 
         -¿Me buscaste? El corazón me salta como un sapo. 
        -Sabía de ti –dijo la princesa, sonriendo-. Ya eres mi amor y tienes derecho a mis secretos. 
        El sapo hizo tres saltos tan perfectos que merecieron tres besos. 
      -Ay, tus besos dan felicidad. Dan ganas de vivir. De trabajar. Con permiso, debo abrir el negocio. De algo tenemos que vivir. 
        -Te mereces todos los besos, querido, te desvives por la felicidad ajena. 
     La hilera de clientes atravesaba el pueblo. Habían esperado con paciencia porque sabían que el sapo volvería y entonces recuperarían la dicha. Así fue. Los besos mantenían su legendaria eficacia y, además, ahora el sapo vivía con una mujer hermosa cuya sola presencia daba ganas de cantar. Sus besos, ay, sus besos de mujer encantada aseguraban la felicidad del sapo. 

  

sábado, 21 de abril de 2018

Amar es combatir.

Octavo paz.

el olvidado asombro de estar vivos; amar es combatir, si dos se besan el mundo cambia, encarnan los deseos, el pensamiento encarna, brotan las alas en las espaldas del esclavo, el mundo es real y tangible, el vino es vino, el pan vuelve a saber, el agua es agua, amar es combatir, es abrir puertas, dejar de ser fantasma con un número a perpetua cadena condenado por un amo sin rostro;                     el mundo cambia si dos se miran y se reconocen, amar es desnudarse de los nombres: "déjame ser tu puta", son palabras de Eloísa, mas él cedió a las leyes, la tomó por esposa y como premio lo castraron después; mejor el crimen,