En busca de mi.
Tercera parte.
Los domingos son los días mas
bonitos, siempre me han gustado los domingos, recuerdo que cuando era niña mi
mamá nos llevaba a mi y a mi hermana a escuchar misa en la parroquia de cristo
rey, nos arreglaba con nuestras mejores ropas, nos peinaba bien bonito, hasta
parecíamos ricas.
A mi me daba miedo el padrecito
porque cuando daba su sermón hablaba de los pecados capitales: la gula, pero
como no tener hambre yo tan flaquita y todo se me antojaba, si había
oportunidad de comer algo siempre me lo devoraba y aun después de llenar el
estomago, continuaba con hambre.
La pereza: ¡hay dios mió ¡ como
no tener flojera si tenía que levantarme tempranísimo para ir a la escuela
primaria que quedaba muy lejos de mi casa y ni hablar de abordar el camión,
pues nunca había dinero.
Lujuria, avaricia, ira, envidia,
soberbia: de estas últimas no sabía como descifrarlas, pero sentía que esos
pecados pesaban sobre mí y que por eso nos iba tan mal en la vida. Cuando el
padrecito nos daba su bendición me sentía liberada y creía que mi suerte iba a
cambiar y que dejaríamos de ser tan desdichados.
Al salir de misa mi mamá nos
compraba algodones de azúcar, ¡hay que ricos eran¡ Yo los comía de a poco en
poco saboreando su estupenda textura y en ratitos masticando los trocitos
grandes de azúcar que se acumulaban en mi boquita de niña inocente. Que tiempos
tan lejanos, no supe en que momento deje de ser esa niña, que tristeza, que
rápido se acabo mí algodón de azúcar de niñez candida, tibia, dulce y hermosa,
como dijo el poeta:
“Y hoy que de amores ya no tengo
tiempo,
Amor de aquellos tiempos, cómo
añoro
La dicha inicua de perder el
tiempo...”
Continuara…………
No hay comentarios:
Publicar un comentario