EN BUSCA DE MI.
QUINTA PARTE.
Supere la barrera de la
educación media y entre a la educación media superior.
Logre mi inscripción al
bachilleres numero 7, para beneplácito de mi madre que ya para ese entonces
había encontrado un trabajo de “planta” en una casa con una patrona rica que
estaba feliz de pagar poco por todo el trabajo de un hogar enorme y mi hermanita, mi pobre hermanita
mayor que se sacrifico y solo estudio hasta la secundaria y entro a trabajar en
una fabrica de plásticos para ayudar a mi madre y apoyarme, para que yo si
fuera alguien en la vida, alguien que valiera, una gran mujer que obtuviera una
licenciatura y porque no una maestría. Con su sueldo me daba para mis gastos
escolares y alguna que otra ropita y zapatos, pobre hermanita mayor, a pesar de
su belleza no se dejo arrastrar por la tentación de sus muchos pretendientes y
se negó a casar y continúo apoyándonos. (¡Ay pobre Abel en tu destino siempre existirá
un Caín¡).
Así me he pasado cuatro
semestres salvando dificultades haciendo las tareas en los pasillos aprobando exámenes, tratando de cumplir las
expectativas de mi madre y de mi hermanita mayor. Te juro Ángeles que trate de
no equivocarme, busque afanosamente sacar adelante el bachillerato.
Aquí es donde tuve mi gran error,
el error que mis detractores estaban esperando para mandarme al cadalso.
Comencé asistiendo a las fiestas que se organizaban los viernes al terminar la
semana de clases (gracias a dios es viernes).
Era rico Ángeles, no te voy a
mentir es rico tomarse unas cervezas, un tequila, un brandy con hielo, escuchar música, bailar,
compartir con los amigos, la platica entre jóvenes, el nulo temor a lo que
viene.
Y así me fui dejando llevar,
después vino el cigarro, el toque de mota, el activo, la coca, y todos los
vicios nuevos que nacen de los vicios viejos, como cualquier hijo que hereda
del padre no solo lo bueno sino también lo malo y lo peor de su estirpe. Como
dijo Cervantes:” Desocupado lector, sin juramento me podrás creer que quisiera
que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más
gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo
contravenir a la orden de naturaleza; que en ella cada cosa engendra su
semejante. Y así, ¿qué podía engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío
sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de
pensamientos varios y nunca imaginados por otro alguno, bien como quien se
engendró en una cárcel, donde toda
incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación? “.
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